Cualquier puerta automática conlleva un peligro, por eso a la hora de la seguridad no deben existir dudas de si colocar fotocélulas pues la puerta es utilizada por personas.
Las fotocélulas son el elemento de seguridad más utilizado en puertas de garaje pues son muy efectivas y además fáciles de instalar.
Su funcionamiento se basa en un haz infrarrojo. Existen dos tipos de fotocélulas, las de espejo catadióptrico y las de emisor/receptor. Las primeras, lanzan un rayo infrarrojo, este rebota en el espejo y vuelve a la fotocélula, si ese rayo no vuelve a la fotocélula se considera que hay un obstáculo y por lo tanto se envía la señal al motor para que actúe en consecuencia. Este tipo de fotocélulas tienen el inconveniente de que al colocarlas en el exterior, la humedad, la lluvia y otros factores puedan empañar el espejo y provocar que no rebote el haz infrarrojo correctamente, detectando así un obstáculo.
Las fotocélulas de emisor/receptor se componen de 2 partes, el emisor envía el haz infrarrojo y el receptor lo recoge y da la señal al motor en caso de que se interrumpa el rayo. Se pueden colocar en el exterior ya que no le afecta la lluvia, la humedad ni nada. El pequeño inconveniente es que hay que llevar cable hasta los dos componentes aunque también hay fotocélulas que funcionan a pilas que duran aproximadamente dos años.
Es conveniente instalar fotocélulas, aunque el garaje solo sea utilizado por una persona, siempre puede ocurrir un accidente y de esta manera puedes evitarlo. En el caso de garajes comunitarios donde el tráfico es más elevado, habitualmente el motor suele estar programado para que la puerta se cierre automáticamente al cabo de un tiempo ya que mucha gente sale del garaje y se olvida de cerrar con el mando. En este caso, más que en ninguno, es obligatorio colocar fotocélulas u otros sistemas de seguridad, ya que la puerta de garaje se cierra sola y sin supervisión.
Las fotocélulas están diseñadas como sistemas de seguridad, los espacios más importantes a cubrir son:
- El hueco de paso.
- El hueco tras la puerta en la apertura, siempre que exista riesgo de atrapar a una persona.
- El barrido de la puerta, por ejemplo en puertas batientes o basculantes.